Este montaje supone una apelación la preservación de la materia y la memoria, através de los residuos de café sobre filtros de papel utilizados en el “coffe maker”, ya que el café ha sido para la cultura costarricense el punto de partida del sistema de dominio cultural, que condicionó su forma de agruparse, su imaginario y el espacio donde se desarrollan nuestras adicciones.
La huella del café, obtenida de cada encuentro, conversación durante tres meses consecutivos, fueron almacenados y clasificacos. La mancha que ha quedado impresa en los filtros de papel de la máquina de hacer café y el único registro material de las conversaciones obtenidas por las visitas, como si fuera una monocopia, una huella única e irrepetible que deviene de la manipulación de los materiales de manera sistemática y que puede participar de la serialidad de los objetos para consumo. En este caso ser objeto de consumo a su vez. Cada mancaha tiene la condición de ser efímera e irrecuperable como cadaada conversación única e irrepetible que ha perdido la matriz (monocopia).
Bajo cada filtro, aparece una línea de un hai-kú de autoría propia, con la estructura métrica tradicional ( 5/7/5 sílabas). HAI KÚS. Existe una fuerte referencia oriental en esta pieza, vinculación también en cuanto a los espacios donde se desarrollan las ceremonias cotidianas y las casas del té japonesas ( ceremonia del té – ceremonia de café), el ritual erótico de las geishas que reciben a sus visitantes, a la pleitesía que se le brinda al papel como soporte de la memoria y a la estructura literaria del hai- kú, cuya esencia nos habla de la eternización de los instantes a través de la palabra, encadenándose unos a otros, en la idea de tratar de recuperar lo orgánico a través de la estructuración rígida de una forma tradicional poética que se va encadenando en una sucesión de imágenes que construye una especie de rezo, marca materica, encuentra a través de la digitalización, la posibilidad de resignificar esta huella de los encuentros, y la posibilidad de reconstruir la historia mínima o personal desde el mismo espacio doméstico donde se articulan los viejos vicios culturales como dentro de los límites de una casa donde las personas obedecen a negociaciones internas, como dentro de los límites de una casa, los vínculos con las personas obedecen a esa negociación dentro de las fronteras materiales, emocionales, físicas...
Ante los intentos por preservar los recuerdos y las imágenes, todo lo que queda es una mancha, no ya material, sino la imagen de una mancha en la memoria y en lugar de la palabra, solo queda ruido, incorporando a la pieza sonidos de música "rave".
La huella del café, obtenida de cada encuentro, conversación durante tres meses consecutivos, fueron almacenados y clasificacos. La mancha que ha quedado impresa en los filtros de papel de la máquina de hacer café y el único registro material de las conversaciones obtenidas por las visitas, como si fuera una monocopia, una huella única e irrepetible que deviene de la manipulación de los materiales de manera sistemática y que puede participar de la serialidad de los objetos para consumo. En este caso ser objeto de consumo a su vez. Cada mancaha tiene la condición de ser efímera e irrecuperable como cadaada conversación única e irrepetible que ha perdido la matriz (monocopia).
Bajo cada filtro, aparece una línea de un hai-kú de autoría propia, con la estructura métrica tradicional ( 5/7/5 sílabas). HAI KÚS. Existe una fuerte referencia oriental en esta pieza, vinculación también en cuanto a los espacios donde se desarrollan las ceremonias cotidianas y las casas del té japonesas ( ceremonia del té – ceremonia de café), el ritual erótico de las geishas que reciben a sus visitantes, a la pleitesía que se le brinda al papel como soporte de la memoria y a la estructura literaria del hai- kú, cuya esencia nos habla de la eternización de los instantes a través de la palabra, encadenándose unos a otros, en la idea de tratar de recuperar lo orgánico a través de la estructuración rígida de una forma tradicional poética que se va encadenando en una sucesión de imágenes que construye una especie de rezo, marca materica, encuentra a través de la digitalización, la posibilidad de resignificar esta huella de los encuentros, y la posibilidad de reconstruir la historia mínima o personal desde el mismo espacio doméstico donde se articulan los viejos vicios culturales como dentro de los límites de una casa donde las personas obedecen a negociaciones internas, como dentro de los límites de una casa, los vínculos con las personas obedecen a esa negociación dentro de las fronteras materiales, emocionales, físicas...
Ante los intentos por preservar los recuerdos y las imágenes, todo lo que queda es una mancha, no ya material, sino la imagen de una mancha en la memoria y en lugar de la palabra, solo queda ruido, incorporando a la pieza sonidos de música "rave".
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